Un Puñado De Polvo - Evelyn Waugh

Emecé Editores. Buenos Aires, 1957. Rustica, 19 cm.; 240 pgs. Intonso, en muy buen estado. Col. Grandes Novelistas. Trad. de Josefina Gainza. Brillante, sutil, ameno e incomparable humorista, EVELYN WAUGH traza en esta novela los rasgos de un mundo en disolución. Lo hace sin acritud y sin fruncir el ceño del moralista que fulmina y condena. Mas quien sepa leer advertirá claramente cómo la tabla fundamental de valores que rige toda sociedad sanamente constituida, ha sido adulterada por un criterio cínico del a mor y de la conducta, que todo lo juzga natural, lícito y admisible, aun cuando con ello se pisoteen despreocupadamente los principios básicos de la familia y las normas que, para quienes sepan distinguir entre flaqueza humana y decadencia general, definen eso que se ha dado en llamar hombría de bien. EVELYN WAUGH divierte, y con frecuencia hace reir. Delinea sus personajes con admirable destreza, y con ellos, y en torno a ellos, construye un ambiente, un mundo, que es pura realidad humana: Brenda, su marido Tony, así como la señora Beaver, su hijo John y veinte seres más que desfilan por estas páginas, son gentes de carne y hueso que actúan en la alta sociedad de Londres como podrían también hacerlo en París, Roma, Buenos Aires o Nueva York. Un puñado de polvo reúne, sin duda alguna, todos los elementos de la auténtica novela inglesa. Ni siquiera falta en ella ese gusto británico por la aventura ultramarina y la exploración, admirablemente expresado en el viaje de Tony Last a la selva amazónica. Y, sin embargo, hay en este libro una dimensión de universalidad que rebasa los límites de una determinada existencia metropolitana. Edmond Wilson sostiene que Un puñado de polvo es la obra maestra de su autor. No interesa verificar aquí si EVELYN WAUGH ha alcanzado o no mayores alturas en alguno de sus otros libros. Basta la certeza de que éste, que ahora se ofrece a los lectores de habla castellana, constituye una novela de primera calidad, no sólo por lo ya apuntado, sino por la manera particularmente original con que Waugh deriva en tragedia -nunca truculenta, por cierto- lo que para muchos podría parecer en un primer momento mera pintura de costumbres. Sólo una poderosa imaginación puesta al servicio de la técnica de un gran novelista, que es a la vez un consumado psicólogo, pudo concebir y realizar con tan hondo dramatismo e invariable buen gusto, un desenlace como el que brindan estas páginas para feliz recordación de cuantos tengan la fortuna de leerlas. #OB-037811